La zona de interés entre nosotros
Alerta de algunos spoilers, pero nada que no haya visto en algunos noticieros de televisión actuales de aquellos que ya no veo
Filmin no es el streaming de pago más popular. Pero está lleno de joyas del séptimo arte y series bien contadas, muy lejos de la multiplicidad de efectos especiales que amenazan con inundarnos de filmes construidos con inteligencia artificial.
La película “La zona de interés” , estuvo nominada al Oscar el 2024 como mejor película extranjera. Está basada en una novela del gran Martin Amis y cuenta la historia de la familia Höss, cuyo pater es el jefe del campo de exterminio de Auschwitz.
La vida transcurre plácida para la casa que deslinda con el horror, y así, mientras la dueña de casa muestra su huerta a la suegra, de fondo suenan las torturas, balas y se escucha el ruido y se observa el humo de los crematorios, en medio de la general indiferencia de quienes viven en el lugar.
El mal es burocrático, parte del paisaje, normal, incluso para los niños de la familia, que no parecen inmutarse con el horror.
Nos recuerda a Hannah Arendt, pero también a Rudiger Safranski, el célebre filósofo alemán, quien en su extraordinario libro “El mal o el drama de la libertad”, comienza diciendo que:
“No hace falta recurrir al diablo para entender el mal. El mal pertenece al drama de la libertad humana. Es el precio de la libertad.”
Porque siempre tenemos el derecho de opción, aún cuando verdaderas maquinarias humanas, construidas por dementes ávidos de poder, pisoteen la vida humana y las libertades como si fueran hojas secas un día de lluvia.
Las dos caras de Jano
Me refiero al dios griego que en su cabeza tiene dos rostros, uno que mira al pasado y otro al futuro. Algo así ocurre con nosotros, los humanos quienes nos debatimos entre la mirada hacia el bien y el mal, optamos libremente, excepto, como decía Aristóteles, cuando no somos libres, porque la fuerza o la demencia nos determina.
Aquellas dos caras , las he contemplado casi diariamente en mi ejercicio profesional como abogado penalista, o cuando debo resolver algún tema como integrante de la Corte. Y algunas estructuras de personalidad, simplemente optan por el bien y el mal como quien elige entre cereales con o sin azúcar en la alacena del supermercado.
De la selectividad del sistema penal, va quedando menos, hoy la criminalidad ha sido tomada por quienes armados con pistolas de última generación, se han convertido en grupos de influencia que mueven drogas, armas, personas, recursos naturales, monedas virtuales, pornografía, explosivos, y no marchan como los nazis, ni tienen color político.
Hoy por hoy, un adolescente puede iniciar su carrera delictual matando a sangre fría, demostrando a los jefes aquel desprecio por la vida necesario para enfrentarse a otros humanos por controles territoriales o venganza, sin que les tiemble el dedo incíde en el disparador, como parte de la nueva maquinaria de la muerte.
Ese niño no conocerá las tablas de multiplicar, pero será capaz de armar y desarmar una Glock a ojos cerrados.
Las arcadas de Höss
Disculpen el spoiler, pero casi al final de la película, el pater familias bajando una escalera, se quiebra y comienza a hacer arcadas, la escena es lúgubre y silenciosa, sólo el hombre bestia de cara a la realidad, como intentando exorcizar la maldad, en un final del filme que no es muy fácil, por lo sutil del mensaje y las imágenes.
El personaje escribió una autobiografía titulada “El comandante de Auschwitz”, mientras estuvo detenido en Cracovia, a la espera del juicio que le llevaría a la horca. Pero también el escritor francés Robert Merle, escribió “La muerte es mi oficio”, basado en los diálogos que mantuvo Höss con Gustavo Gilbert, psicólogo estadounidense. Hay un notable párrafo en el prefacio, aplicable a toda organización de muerte:
Lo que es terrible y nos da una visión lamentable de la especie humana es que, para llevar a cabo sus propósitos, una sociedad de este tipo encuentra invariablemente los instrumentos celosos de sus crímenes.
Por cierto, han pasado años de una historia que ha quedado en el pasado siglo, pero que aún es objeto de estudios y obras artísticas como la película que comento. Lo que sigue presente es aquella capacidad del ser humano para la maldad, optando por el daño al otro, creando sistemas de exterminio por las razones más variadas, desde la ideología hasta el poder absoluto, pero siempre tras de sí la idea del mal.
Hoy por hoy, no vemos uniformes ni marchas ni manifestaciones públicas, simplemente grupos internacionales que se han enquistado en la sociedad y que a su manera, en un trabajo que lleva varias décadas, han creado sus propias formas de exterminio: emboscadas, balas locas, drogas, corrupción, en un modelo de negocios y poder, desprovisto de toda ideología, que resulta la amenaza mas grave al régimen de libertades, en lo que va del presente siglo.