La lección de Haití. El crimen organizado siempre quiere el poder político total.
Puede ser una caricatura, incluso alguien diría que es un exceso, pero seamos claros, el poder ilegal siempre va a tener como objetivo final el reemplazo del poder legalmente constituido.
Cuando vas a República Dominicana y preguntas por Haití, el taxista te mirará con desdén y harán algún chiste con los vecinos. Luego dirán que son los peores vecinos que les pudo tocar y luego cambiaran de tema, como evitando un tema desagradable para ellos, girarán al béisbol, cuestión que para un chileno promedio no tiene sentido y ante tu cara de ignorancia te hablarán de la casa de Julio Iglesias o lo bien que vive Shakira en Dominicana. Un relato aprendido contra los vecinos, y para sortear el tema de manera elegante, sin duda.
Haiti con República Dominicana comparten 400 kilómetros de frontera. Y como se usa en estos casos, ya están construyendo un muro divisorio para que los haitianos no vayan a perturbar la paz, según dicen.
Foto: wikipedia
Me imagino como estarán los dominicanos con la historia de Barbecue, el ex policía que se ha tomado el poder con su consorcio de pandillas. Abinader, el ubicuo presidente de Dominicana, cuyas fotos encuentras en los principales caminos, ya advirtió que no están nada cómodos y lanzó duras advertencias a la comunidad internacional si no toman medidas.
¿Quien es el nuevo líder de Haiti?
Foto:AFP
Su verdadero nombre el Jimmy Chèrizier y el apodo “Barbecue” tiene dos historias, la primera, es hijo de una señora que vendía carne asada; la segunda es que se come asados a sus enemigos. Pagos por protección y secuestros son el giro principal de la banda. Ahora es el gobierno, luego de la renuncia del primer ministro Ariel Henry.
Hoy lidera un grupo de nueve bandas, a las que llaman el G9, surgidos cuando gobernaba Juvenel Möise, el presidente asesinado en julio de 2021, de 14 tiros, por un grupo de soldados colombianos retirados.
Sicariato internacional de alto nivel, para terminar con un gobierno legítimo, que, dicho sea de paso, jamás tuvo paz.
Aquella historia terrible, está muy bien contada en este podcast.
Las pandillas y no los partidos políticos, son el principal actor político del fallido estado centroamericano. Y la G9 ha sido eficiente para crear la inestabilidad suficiente para llevarlos al poder.
Y como siempre ocurre en política, la “oposición” al G9 es otra pandilla, de nombre G-Pèp, liderada por un tal Gabriel-Jean Pierre, que por cierto también quiere el poder.
¿Lucha por el poder?
Claro, la gran diferencia es que ocurre en un Estado, cuyas instituciones han sido desintegradas por una larga historia de debilidades institucionales, donde el crimen organizado es el principal factor político.
Un ex policía, con formación militar, poder de fuego e incondicionales seguidores, es el candidato natural para llegar al poder y quedarse por muchos años, hasta que otro grupo de las mismas características, pero con otro líder más astuto, saque del cargo al que actualmente lo ocupa.
Antes que el detentador del poder lo mate. Nada de urnas electorales, solo urnas mortuorias.
Hay una gran diferencia entre el gobierno del pueblo y el del crimen organizado, mientras en aquel, los actores que compiten son los partidos políticos, acá son los grupos delictuales.
Mientras la democracia fortalece liderazgos mediante atributos positivos tales como la capacidad, la honestidad y la rectitud, los liderazgos del crimen organizado se cimentan en el clientelismo, el temor y la corrupción de las instituciones liberales de poder.
A diferencia de la democracia, donde el uso de la fuerza reconoce límites éticos muy severos, el crimen organizado hace de la violencia y la extorsión, sus principales armas, para desplazar al poder legítimo, que siempre va a ser tardío en la toma de decisiones, porque el uso de la fuerza en una sociedad abierta, requiere autorizaciones previas muy exigentes.
Y bueno, ya saben, una vez que el crimen organizado crea vínculos con el poder, la disidencia es aplastada por las balas y el cautiverio, no por las ideas. Fueron ellos, dirá el poder. Y ellos, son los aparatos organizados de poder, como decimos en Derecho penal.
Haiti es un caso extremo de inestabilidad política, pero es un caso de estudio para considerar los problemas que conlleva el avance del crimen organizado sobre el Estado. El objetivo es uno solo: conseguir de manera directa o indirecta el poder total, sustituyendo al Estado legítimamente constituido.